- ¿Qué producto cultural define mi actividad como docente?
27 mar 2018
Educación Expandida (MOOC). Actividades del curso #EduExpandida
8 feb 2011
Balanzas
Una antigua compañera de trabajo publica en Facebook el enlace a este anuncio, diciendo que le encanta la versión de la canción de Oasis que han utilizado, y yo me quedo totalmente patidifusa. Sólo puedo contestar "Espero que te refieras a la canción, porque el anuncio es infame", y esperar que no me pregunte por qué. A mí me parece evidente. Claro, que también me parecía evidente que había que denunciar un manual de la UNED que asegura que existen factores genéticos detrás de "algunos tipos de comportamiento humano tales como la violencia extrema, el alcoholismo y la homosexualidad". Y aparentemente ninguno de mis compañeros entiende por qué.
Yo me ceñía a aquello que nos explicaron en Semiótica de los textos culturales sobre el valor que el signo adquiere en función de aquellos a los que se encuentra yuxtapuesto, pero en el caso del anuncio de Coca-Cola ni siquiera es una mera yuxtaposición. Es una supuesta compensación. Y reconozco que mi indignación moral me supera hasta dejarme sin argumentos.
Afortunadamente y como de costumbre, Javier Rujas, que aunque esté en el post-it de "Compañeros de viaje" es evidentemente parte de esa "Gente más lista que yo", me pone sobre la pista de las balanzas barthesianas, y rebuscando de nuevo en las Mitologías (ese libro que podrías leer trescientas veces y seguir perdiéndote algo), encuentro esto.
La identificación. El pequeñoburgués es un hombre impotente para imaginar lo otro. Si lo otro se presenta a su vista, el pequeñoburgués se enceguece, lo ignora y lo niega, o bien lo transforma en él mismo. En el universo pequeñoburgués todos los hechos que se enfrentan son hechos reverberantes, lo otro se reduce a lo mismo. Los espectáculos, los tribunales, lugares donde se corre el riesgo de que lo otro se exponga, se vuelven espejo. Es que lo otro es un escándalo que atenta contra la esencia. Dominici, Gérard Dupriez, sólo pueden acceder a la existencia social si previamente son reducidos al estado de modestos remedos del presidente de la audiencia, del procurador general; es el precio que hay que pagar para condenarlos con toda justicia, puesto que la justicia es una operación de balanza y la balanza sólo puede pesar lo mismo y lo mismo.
R. Barthes, Mitologías. Extracto de El mito, hoy.
Y es exactamente a lo que me refiero. Es inmoral, y no sólo pequeñoburgués, sino escandaloso, poner en una balanza (y no lo decimos nosotros: es expreso) la industria armamentística y las "mamás" que hacen tartas de chocolate (ojo al término, también, y al mero hecho de que no se hable de tartas de chocolate hechas sino de madres, y sólo madres, que hacen tartas de chocolate).
Últimamente no paro de discutir por Facebook sobre la Ley Sinde y creo que el problema fundamental de ese tema es que nos está pasando lo mismo. Que hemos cogido una balanza y nos hemos empeñado en poner a un lado a los creadores y a otro a los usuarios de Internet; a un lado la libertad de expresión y el libre acceso a la cultura y a otro la censura y la mercantilización de los bienes culturales; a un lado los derechos de propiedad intelectual y a otro la delincuencia. Y son cosas, todas ellas, que no se pueden medir por balanzas.
7 feb 2011
Clasificaciones
Pero qué cantidad de trabajos interesantes se quedaron fuera.
Hoy he estado pensando en que sería curioso evaluar cómo se distribuyen las estanterías de las secciones de libros de los grandes almacenes dedicadas a ciencias sociales según la percepción de los problemas sociales. En la Casa del Libro de Gran Vía, por ejemplo, dentro de la Sociología existen:
a) Autores
b) Libros de varios autores
c) Trabajo social
d) Prostitución
e) Homosexualidad
f) Feminismo
Y ya.
Y hace unas semanas me asombraba de que en la Casa del Libro de Goya pudieran separar los apartados de psicología organizacional, violencia en el trabajo y mobbing.
Esto es mucho más interesante que la diferencia entre amigos y conocidos, dónde va a parar.
4 feb 2011
Cómo pedir una beca. Capítulo II - FPU vol. II
Paso IV. La dichosa declaración de nota media (reminiscencias de la FPI...).
A efectos de cualquier solicitud de este tipo, el Ministerio de Educación tiene previstos los siguientes tipos de formularios de declaración de nota media, para los siguientes casos:
• DECLARACIÓN 1: para estudios de ciclo largo (primer y segundo ciclo) de planes
renovados (créditos) realizados en una universidad.
• DECLARACIÓN 2: para estudios de ciclo largo (primer y segundo ciclo) o de primer ciclo de
planes no renovados (asignaturas) realizados en una universidad.
• DECLARACIÓN 3: para estudios de primer ciclo o de sólo segundo ciclo de planes
renovados (créditos).
• DECLARACIÓN 4: para estudios de primer ciclo + estudios de segundo ciclo, de dos
titulaciones distintas o de una misma titulación realizada en dos universidades distintas de
planes renovados (créditos).
• DECLARACIÓN 5: para estudios de primer ciclo de plan no renovado (asignaturas) +
estudios de segundo ciclo de plan renovado (créditos), de dos titulaciones distintas o de una
misma titulación realizada en dos universidades distintas.
• DECLARACIÓN 6: para estudios de primer ciclo de plan renovado (créditos) + estudios de
máster oficial.
• DECLARACIÓN 7: para estudios de primer ciclo de plan no renovado (asignaturas) +
estudios de máster oficial.
• DECLARACIÓN 8: para estudios de máster oficial.
Yo reconozco que mi trayectoria académica ha sido bastante poco estándar (lo cual probablemente también dice cosas de mí, y no estoy segura de que sean buenas), pero el caso es que no entro en ninguno de esos supuestos, y necesitaría un 4+8 para poder certificar mi recorrido académico. Que podría hacer un 4 a secas, pero lo que tampoco contemplan estos señores es que me haya sacado la carrera a trancas y barrancas mientras trabajaba a jornada pluscuancompleta (sector consultoría. Quienes hayan oído hablar de él sabrán cuánto tiempo libre deja) y que cuando he tenido tiempo para estudiar me he comido el máster con patatas (en una escala de 1-4, hay una diferencia de 1.17 entre ambas notas medias; entiendan que me cabree que obvien la segunda).
En la FPI, puesto que su formulario preguntaba por los estudios que me daban acceso al doctorado, puse la nota del máster (aunque como chica honrada que soy, entregué la 4 y la 8. Estúpida que es una). A todo esto, acaban de salir, precisamente hoy (me informan hace cuestión de minutos), las evaluaciones de solicitantes de FPI y efectivamente mi nota media de máster se la refanfinfla.
Así que a pesar de que he mandado un mail a la sección de notas medias del Ministerio, me temo que sólo les importa mi declaración 4 y que estoy perdida. Por otra parte, está bien, porque eso hace que ya no tenga la más mínima ansiedad por el resto del proceso, y va a hacer que la espera a las listas sea mucho más liviana: yo no estoy.
[Nota: esto, en realidad, es un apunte melodramático. En realidad, en la FPI el criterio de evaluación es Nota media (4 puntos), CV (2 puntos), interés o relevancia (1 punto) y proyecto de investigación (1 punto), con lo que mi media pesaba mucho más que en la FPU, en la que el proyecto da 0.5, el CV más la nota media 1, el CV del director 2, y la actividad del grupo de investigación, 1. Que es otra cosa]
[Aclaración práctica, no literaria: este año la guía está mejor redactada y, efectivamente, sólo vale entregar las declaraciones de primer ciclo + máster cuando uno es diplomado o similar. FYI.]
En cualquier caso, mi señor director me dijo que pidiera todas las becas, y yo, además de honrada, soy muy obediente (así me va, por otra parte), así que sigo, formulario adelante. Que lo que queda es sencillo, hasta que llegamos a la documentación.
Paso V. Encontrar una forma de acreditar documentalmente todo tipo de actividades que den puntos.
Este tipo de procesos sacan al animal carroñero que todos llevamos dentro. Empiezas a odiar a todo el mundo por no actualizar su CV. A agobiarte porque no piensas nada más que en términos de puntos y no te salen las cuentas. A pensar en mandar mails a toda esa gente bienintencionada que ha hablado de publicarte en algún momento para que te lo firmen. Sí, gracias por su apoyo, lo quiero por escrito y con sello. Pierdes el orgullo y metes como justificante de fin de máster el certificado de notas en vez del abono de título para ver si les das pena y entienden que su sistema de evaluación está mal pensado.
Y te das cuenta de que esto en realidad es un círculo vicioso (a.k.a.) Efecto Mateo. Porque si no tuvieras que trabajar, tendrías tiempo de pasar el día mandando ponencias y artículos y no te parecería inviable encontrar el rato para hacer una reseña y enterarte de quién la querría.
El Estado del Bienestar es un fiasco, vaya. Nada que no supiéramos.
3 feb 2011
Cómo pedir una beca. Capítulo II - FPU vol. I
Hoy, tocan las becas.
Su capítulo II es también en este caso un capítulo II, porque la FPI-UCM (no confundir con FPI a secas, pequeños novatos. Que os mirarán por encima del hombro, aunque muy poca gente sepa explicar la diferencia) salió en septiembre, y sería otra historia que quedó eclipsada por el 29-S. [Los resultados, no. Esos saldrán en algún momento antes de septiembre de 2011. Se espera].
Como no quiero que vuelva a pasar, hago intención de ir recogiendo los sencillos pasos de solicitud. Ya sabéis... "Es sólo un trámite".
Paso I. Enterarse de que existe la convocatoria. Para esto hay varias opciones. La primera, que es la que yo pensaba que tenía, suscribirse al sistema de alertas del Ministerio de Educación. Rellenando un sencillo formulario te mandan por correo electrónico las nuevas convocatorias de tu interés. En mi caso sólo he recibido propuestas para irme a hacer un lectorado a EE.UU. como la Filóloga que no soy.
La segunda, que es la buena, es el grupo de autoayuda de doctorandos en busca de financiación, que en este caso se estructura a través de la lista de Tercer Ciclo Somosaguas UCM (todo eso) y que está llena de gente que no sólo es encantadora y listísima, sino, además, generosa, y avisan cuando aparecen convocatorias interesantes en lugar de disimular para evitar la competencia. Lo cual es bonito y ayuda a recuperar la fe en el género humano.
Paso II. Intentar entrar en la plataforma de Trámites y Servicios del Ministerio de Educación, meses después de haber solicitado el alta para el famoso servicio de alertas. La primera parte del problema es mío: en general, tengo una serie de contraseñas estándar y un criterio de uso de cada una de ellas y no suelo necesitar las tres opciones que te dan antes de bloquearte. Pero el Ministerio es un sitio absurdo donde, en lugar de decirte que no valen los caracteres especiales, te obligan a utilizar caracteres especiales en tu clave. Cosa que yo no recordaba (insisto, problema mío), así que me bloquean el usuario, ofreciéndome un botón para enviarme por mail las instrucciones para quitar el bloqueo.
Lo que pasa es que cuando pincho en el enlace de dicho correo electrónico, me lleva a una página donde dice que el usuario no está bloqueado. Pero al intentar meter la clave (por fin la he encontrado entre mi histórico de correos) me dice que es errónea y me lo bloquea. ¿?
Al poco veo que me ha llegado, no uno, sino tres correos cambiando mi clave de la página web. Intento respirar hondo y dejar de pinchar en todo botón de aceptar que encuentre. Meto la tercera de las claves, y consigo entrar y cambiarla a una que apunto como en una escena de Memento. Uf. Ya estamos.
Paso III. Introducir los datos. Me parece un gran momento para recordar que según el artículo 35 de la Ley de Procedimiento Administrativo, 20/1992, una administración pública no puede exigir al ciudadano documentación que ya obre en su poder. Atentos a esta frase porque es probable que haya que repetirla muchas veces a lo largo del proceso.
La primera, en la frente. Empezamos bien si a estas alturas el Ministerio de Educación, con mi Selectividad, mi acceso a la Universidad, mi primer ciclo, mi licenciatura, mi máster, las 3 solicitudes de beca que me ha negado en el proceso, y las tres alegaciones en el último caso, no tiene aún mi fecha de nacimiento.
Y mientras son datos personales, todo bien. Pero en cuanto preguntan qué estudias, empiezan los problemas. Porque, ¿cómo se sabe la diferencia qué Real Decreto regula tu programa de Doctorado? Nota: en la matrícula no lo pone.
Tic, tac.
Google. Meto el código del programa de doctorado. Pues no.
La web de la facultad. Tampoco. De hecho, es gracioso. Sigue faltando la misma información que cuando tuvimos que matricularnos.
Pero nada. Legislación. Me voy directamente al Real Decreto de nombre más largo (1393, que resulta ser 1393/2007 y por tanto también más reciente). Parece la opción correcta, porque es en la que dice que puedo acceder a doctorado desde Máster Oficial. Ahora la pregunta es si lo que puedo acreditar es el DEA (que no), la Matrícula de Tutela de Tesis (que se llama Inscripción en mi papel, pero podría ser), la Matrícula del Periodo Investigador (de momento apuesto por esta), la Matrícula del Periodo de Formación de 60 Créditos (que igual me valdría la del máster), la Matrícula de Máster de 60 Créditos (ah, pues no, entonces sería esta) o el Título de Máster.
¿B o E?
Aquí habría que meter un ataque de panico cuando tardo veinte minutos en encontrar mis papeles de matrícula de Doctorado, porque en el apartado de la carpeta donde tengo perfectamente ordenada mi documentación esta TODO menos los documentos oficiales sellados... Que aparecen finalmente en otra carpeta. En fin. Anecdótico, pero eso también pasa.
Por supuesto, en el entreacto mi sesión en la web del Ministerio ha caducado. Así que aprovecho la feliz coyuntura para dejarlo, de momento. Hasta mañana.
Continuará, claro. Largo y tendido, me temo.
2 oct 2010
29-S
Cartel pegado en la puerta de una universidad en Euskadi |
Se ha dicho de todo sobre la huelga, y yo, por un problema básicamente de agotamiento, llego tarde, y además, desinformada (por dos problemas: sobredosis de implicación, en la huelga en concreto, y una importante despolitización, anterior y en general). Pero me da igual; este es mi espacio, cabréense cuanto quieran.
Partamos de que el 28-S yo me pasé como mínimo dos horas desvariando absolutamente sobre la situación política y socioeconómica. Esto es un desastre, sí, pero no tengo ni la menor idea de cómo hacer que vaya a mejor. No se me ocurren más que tonterías, las suelto, probablemente hago enfadar a gente. Tengo un cierto convencimiento de que incluso precaria y cabreada no va a haber forma de sentirme implicada en toda esta historia, porque los convocantes me dan asco, directamente. Porque la oposición me da miedo. Porque la situación me indigna, sí, pero la retórica, en general, más.
Hablemos de retórica, un poco. Una compañera de clase y yo nos planteamos seriamente regalar una auditoría de comunicación a CC.OO. Por favor, señores, siéntense y miren sus pancartas, sus pegatinas. Explíquenmelas. ¿Qué narices es eso de "Yo voy"? No puedo decir nada que mi compañera no haya dicho mejor. En huelga se está. La huelga se hace. O no se hace, de hecho: trabajar en día de huelga es un derecho, y si nos olvidamos de eso, convertimos el derecho a huelga en cualquier otra cosa. Y yo quiero que sea un derecho. Quiero reivindicar mi derecho a huelga.
Hasta aquí, por qué siempre he estado en contra de los piquetes, aunque sean informativos. Que piense que informar y manipular y por tanto coaccionar son procesos bastante inseparables también ayudan.
A partir de aquí, por qué he terminado sumándome a los piquetes.
Porque, en esta ocasión, no hemos tenido derecho a huelga. Una de las muestras palpables de hasta qué punto es un desastre la economía de este país y las medidas que se toman para arreglarlo es el reportaje por entregas de El País sobre los (Pre)Parados.
Y señores, perdónenme, pero los (Pre)Parados no tenemos derecho a huelga. (Curiosamente, encuentras en los piquetes a la misma gente que en la cola para solicitar becas predoctorales). Porque estamos en el paro. Porque somos becarios. Porque tenemos un contrato por obra y servicio con el que nos amenazan. Porque después de haber trabajado gratis o casi gratis, cuando por fin vamos a tener un contrato de verdad, nos dicen que ya está listo pero que se firma el jueves (sutil y elegante amenaza). Porque estamos en el extranjero para poder ganarnos la vida como no nos dejan en nuestro país. Porque cobramos en negro, porque llevamos currando cinco años y no tenemos cotizados ni seis meses.
No computamos. Conocimiento situado: mi padre trabaja en Alemania. Mi madre es ama de casa. Yo estoy desempleada. Y mi hermana es estudiante. A mis ex-compañeros de trabajo les da miedo hacer huelga. Conozco gente en todas las situaciones anteriormente detalladas. Pero que sean cercanas no las convierte en irreales, de momento, que yo sepa.
Y a partir de aquí es cuando empiezan a tocarme los ovarios los bailes de cifras. Que a la (minúscula) cifra de personas que van a secundar la huelga le puedes sumar los 4 millones (mínimo) que no computamos.
[Añadamos a esto que si los autobuses no consiguieron cumplir los servicios mínimos, el metro iba vacío, y había menos tráfico, digan lo que digan sus estadísticas, la gente no se teletransportó al trabajo. Digo yo]
Pero es facilísimo tirar de cifras, claro que sí. Nos agarramos como locos al descenso de consumo energético porque es un dato fiable, y lo comparamos con la anterior huelga general. Que, les recuerdo, señores analistas, fue un 30-J, fecha en la que se usa aire acondicionado, y por tanto, el descenso es necesariamente mayor. Pues muy bien. Dato fiable, donde los haya.
Baile de cifras sobre los manifestantes. Como siempre. Y nosotros, los que sí estamos en la calle, aunque no salgamos en los números, nos peleamos entre nosotros porque somos tremendamente gilipollas. Y poco prácticos. Y seguimos empecinados en repetir hasta la saciedad la escena del tiroteo de Tierra y libertad. O de La vida de Brian, si nos ponemos.
Pero el caso, insisto de nuevo en la retórica, es que no están ayudando. "Así, no", dicen. Maravilloso. Así, no. De otra manera, pues igual. No sé, poquito a poco. Un día las pensiones. Otro los despidos. Otro las ETTs. Pero todo a la vez, no, hombre; que se nos cabrean las bases, tenemos que convocar una huelga general, y todos queremos llevarnos bien. Imagínate que el PP se nos sube a la chepa, aprovechando. Como no nos gusta el PP, tú haz lo que te salga de los huevos, hombre, pero sin que se note. De eso se trata.
Yo, honestamente, no quiero que el gobierno rectifique. Lo cual está bien, porque no piensan hacerlo.
Yo quiero que el gobierno deje de bajarse un 15% los salarios y asuma que mientras no aprendan a hacer su trabajo, deberían tener un contrato formativo, como los demás, con sus 400€ de paga y su convenio con centro de estudios. Hasta que aprendan, digo yo. Hasta que sepan leer datos y sacar conclusiones. Hasta que dejen de ser títeres y titiriteros.
Zapatero sale, con su estupendo "talante" por bandera, diciendo que él ha ido a trabajar "para garantizar el derecho a la huelga y el derecho al trabajo". Me parece estupendo, señor, eso es exactamente lo que le estamos pidiendo. Que garantice nuestro derecho a trabajar. No el 29-S, no. Que yo, honestamente, celebro todo cuanto se ha hecho para garantizar que todo el que quiera pueda ir a trabajar pero se encuentre su curro cerrado (que el trabajador no pueda enfrentarse a represalias). Porque no queremos que trabaje quien quiera.
Queremos trabajar todos.
Así que, señor presidente, usted decide. O la Renta Básica Universal, o se pone en serio, y rapidito, a garantizar el derecho a trabajar que tenemos TODOS, todos los días.
Porque ya está bien.
31 may 2010
Profecías semi-cumplidas
El último ejercicio previsto para la asignatura es el comentario del documental que podéis ver arriba. Se trata de "La estrategia de Simbad", segundo capítulo de la serie "Voces contra la globalización, emitido por RTVE entre 2006 y 2007.
En primer lugar, me gustaría recoger la idea que ya han planteado dos de mis compañeros en sus blogs (Siempre con Swing y La Barbería): este documental, al que se le puede alabar una visión de contexto que ayuda a la comprensión de los problemas que tratan (en lugar de esa narrativa fragmentada tan en boga en nuestras televisiones y que estamos analizando en otra asignatura), es un producto que finalmente sólo llega a personas que ya están concienciadas con el problema de la globalización tal y como está planteada. Me gusta, en concreto, la metáfora que utiliza BlackTaylor sobre los feligreses, que creo que lo dice todo sobre los públicos predispuestos.
Dado que ya hemos comentado tanto aquí como el resto de los blogs de clase el tema de la educomunicación y la eficacia potencial de estos productos audiovisuales, me gustaría hacer mi reflexión en otra línea, más centrada en el propio vídeo y en la problemática que trata.
Me resulta fundamental el planteamiento inicial del documental, que considera las migraciones como una necesidad del nuevo orden global, que requiere "entender cómo piensa el otro para sobrevivir" (aunque resulta curioso que se plantee cuando precisamente el discurso del migrante es el único que en lugar de subtitularse se dobla, separándolo de todos los analistas del Primer Mundo). Hace unos días me llamaba la atención en el metro un anuncio dirigido a la comunidad ecuatoriana, que les recordaba que su Constitución recoge el derecho a migrar bajo el eslogan "Todos somos migrantes". Y, como recoge Fatema Mernissi, ese todos incluye a los privilegiados (que nos lo digan a los que andamos buscando directores de tesis).
Se habla a lo largo de todo el documental de cómo sería posible unir a las fuerzas trabajadoras globales, más allá de las diferencias que puedan sentirse entre un trabajador del primer mundo y sus homólogos en Asia o África. Me resulta curioso que no seamos conscientes de que si bien las estrategias son diferentes, el orden a que se nos somete es similar. Ya en clase vimos un documental sobre las maquilas donde se hablaba de jornadas laborales de doce horas. No pretendo equiparar doce horas de trabajo en una fábrica textil con doce horas de trabajo en una oficina con aire acondicionado sentado frente a un ordenador, pero creo que hay que hacer una reflexión sobre las similitudes.
Si en La Maquila: Beneficio o perjucio se buscaba luchar contra el desconocimiento de sus derechos que tenía la fuerza trabajadora, ¿qué se está haciendo en nuestras empresas "responsables" actuales? Profesionales altamente cualificados trabajan gratis o a un precio muy inferior al salario mínimo, enlazando contratos de prácticas uno tras otro porque ya no se ofertan puestos decentes, sino que se coloca a los "becarios" en el organigrama como un recurso productivo eficaz y barato. Las horas extras no se cobran prácticamente en ningún sitio. La trampa discursiva: la llamada "dirección por objetivos" y la retórica de la "conciliación", esas políticas por las que uno no tiene horarios y puede entrar a la hora que considere oportuna y tomarse la mañana libre para llevar al médico a sus hijos, porque se le va a medir por su producción, y esta puede esperar a que llegue a casa y "teletrabaje" después de cenar, las horas que hagan falta, incluso sábados y domingos.
Y nos sentimos privilegiados por ese orden laboral en el que nos creemos tener libertades. Como se dice en el documental, hoy día ser un trabajador explotado es prácticamente un lujo. Toda esa fuerza productiva de "jóvenes aunque sobradamente preparados" son conscientes de sus derechos laborales, pero ya no creen en ellos; mucho menos, en defenderlos. Como dije en otro post en relación a los periodistas, la pregunta es dónde se puede trabajar en otras condiciones. Como expone Ramonet, las empresas no necesitan deslocalizarse si encuentran trabajadores a coste "chino". Y gracias al enorme poder que han ejercido multinacionales en todos los países, cerrando sus fábricas sin la menor duda ética, en nombre de la racionalidad mercantil, sabemos que el precio de la resistencia es seguir sumando a ese más del 20% de parados que tenemos en este país.
Lo impresionante del documental es su capacidad predictiva. Tres años después, se cumplen a rajatabla las advertencias de Fernández Durán: se ha devaluado la fuerza de trabajo, y se está recortando el Estado del Bienestar. Como indica Sartori, Europa puede comprar productos baratos gracias a la producción de China, pero el consumo no puede aumentar, porque en Europa lo que quedan son parados. El enorme endeudamiento de la fuerza de consumo norteamericana se considera el detonante de esta crisis económica de la que no está muy claro que nadie sepa cómo salir.
Sin embargo, percibo en el documental un subtexto que no acaba de convencerme. Es probable que obedezca a mi reciente paranoia tras la campaña de Estosololoarreglamosentretodos, pero me parece que se está intentando crear una conciencia de responsabilidad en una ciudadanía que no ni de lejos es la mayor responsable de lo que está ocurriendo. Carlos Taibo y Domingo Jiménez apelan a los intereses egoístas, como si simplemente fuéramos incapaces de entender el concepto de justicia global. Jaume Botey dice directamente que "mientras nosotros queramos productos baratos, habrá niños esclavos". Me parece simplista y condescendiente creer que los consumidores no saben que existen fábricas donde se trabaja en condiciones de semiesclavitud (volviendo al principio, partimos de que el público de este documental está sensibilizado). Para mí, la pregunta no es si queremos pagar productos más caros, es si podemos hacerlo con un subsidio de desempleo del que la hipoteca se lleva más de la mitad; dónde podemos consultar una lista pública de empresas que generan sus productos y servicios desde el respeto por los derechos humanos y laborales y al medioambiente; dónde están las instituciones y por qué no están prohibiendo las deslocalizaciones u obligando al "etiquetaje biográfico" de los productos (como sugiere Beck), para que se pueda comprar de una forma responsable.
Y, puestos a preguntarnos, me pregunto dónde están esos conflictos sociales que Fernández Durán anunciaba en su por lo demás cumplida profecía, y por qué no dejan de "hibernar", como bien dice George, los partidos que deberían estar mirando por los trabajadores. No sé cuánto más debemos esperar que pase para empezar a exigir que las cosas cambien.